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El estrés y su adecuado control

Dr. Edgar Hernández Gálvez M.Sc.

Médico Psiquiatra. Psicólogo Clínico
Profesor y Asesor de ICEF
29 de octubre de 2020

Tradicionalmente se reconoce que el estrés forma parte de la vida cotidiana de una persona adulta normal. Es poco frecuente en niños, salvo aquellos casos en los cuales existe una ansiedad de separación o bien un ambiente familiar disfuncional.

Los centros escolares pueden producirlo cuando la exigencia académica se vuelve férrea y antipedagógica.

El estrés puede asociarse con manifestaciones clínicas de ansiedad, de depresión, e insomnio, así como expresarse con manifestaciones psicosomáticas; es decir, una serie de amenazas a nuestro equilibrio interno, por lo que hay que prestar especial atención a algunas funciones básicas y reguladoras como el sueño o el apetito.

Además de producir malestar general y negatividad, el estrés aumenta la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción del corazón. Además, si existen placas de grasa, arteriosclerosis en las arterias coronarias o alteraciones en el músculo del corazón (como por ejemplo, que esté muy dilatado o tenga la pared muy gruesa), puede ser el desencadenante de un infarto cardíaco o de muerte súbita. Importantes cardiólogos afirman que aproximadamente el 12% de los problemas cardiovasculares están causados única y exclusivamente por el estrés.

Cada persona tiene que descubrir las situaciones que le provocan estrés pero al mismo tiempo, y ese es un objetivo de su tratamiento, descubrir también aquellas circunstancias que le ayudan a liberarse de ese estrés. Para algunas personas lo terapéutico es pintar, hacer siesta, bailar, hacer ejercicio, jardinería, yoga, etc. Cuando la persona reconoce que no es capaz de relajarse, es bueno acudir a un profesional de la salud mental para que éste le enseñe actitudes y pensamientos que modifiquen sus emociones (terapia racional-emotiva o interpersonal, por ejemplo), para defenderse mejor de ese estado emocional negativo. Existen casos en los cuales las medidas psicohigiénicas o de psicoterapia no serán suficientes, entonces su terapeuta le prescribirá el uso de un psicofármaco de efecto ansiolítico o un antidepresivo de nueva generación.

Los cardiólogos reconocen que se ha incrementado el número de personas que sufren problemas de hipertensión, coronarios y cardíacos, producidos por el estrés, porque una persona estresada no tiene deseos de hacer ejercicio ni de cuidar su alimentación. Además, la ansiedad le llevará a comer en exceso y, por tanto, a engordar, hecho que también le repercutirá a nivel emocional modificando su imagen personal y su autoestima.

Relacionado con el aumento de estrés a nivel mundial, debemos recordar que también se ha incrementado la consulta por frigidez e impotencia coeundi, como expresión clínica de la anhedonia sexual que produce el aumento de la hormona llamada cortisol (también conocida como la hormona del estrés).

Como consecuencia de la dinámica hormonal-psicológica anterior, también el estrés favorecerá la aparición de ira, ansiedad y/o depresión, lo que ocasionará síntomas digestivos en forma de náuseas, vómitos, diarrea, dolores abdominales, flatulencia (colon irritable).

Debemos reconocer que, clínicamente, la situación actual de la pandemia viral (COVID-19) ha aumentado las ya altas tasas de incidencia y prevalencia de estrés. Si bien situaciones sociales previas a la pandemia viral, como la competitividad socioeconómica, el hedonismo consumista y el relativismo axiológico, eran ya suficientes causas del incremento del estrés a nivel mundial, ahora, con el teletrabajo en casa, el distanciamiento social, un absurdo pretendido aprendizaje infantil por computadoras, (excluyendo la experiencia lúdica-social) y la pérdida de espacios personales, fenómenos desbordados en todos los grupos sociales, lamentablemente ha aumentado como consecuencia de lo anterior, la violencia intrafamiliar (psicológica, física, sexual, económica, etc.).

Asistimos a una epidemia mundial no solo viral sino de graves repercusiones en la salud mental de las personas, no solo adultas sino también en jóvenes y niños.

Si usted o alguna persona cercana considera que no puede manejar su estrés, sugiérale la visita al experto en salud mental para que, con psicoterapia y/o psicofarmacoterapia, logre una vida más sana tanto emocional como físicamente pues el estrés, si no se trata, terminará afectando, gravemente, ambos aspectos de su vida.

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